Hacerse mayor

Louis Kahn, con 50 años de edad y muchos de profesión, decide parar, repensar su arquitectura, pasa un año en Roma y cambia su forma de proyectar. 

Me viene ocurriendo. A otra escala, desde luego, pero mi caída del caballo fue monumental. De repente, me veo estudiando a Kahn, a Palladio, a Soane, a Scarpa, a Venturi.....y a todos los arquitectos barrocos y renacentistas. Tiene que ver, por supuesto, con un cierto desencanto de lo vivido, de lo deslumbrante, de los flashes, de no creerme lo fugaz, lo que aparece en una portada de revista o en un blog y cae en el olvido, lo que no eres capaz de distinguir ni diferenciar pasado unos meses de una lectura descuidada, lo que no permanece en mi cuaderno personal. Como en otras artes, el tiempo sanciona y marca perspectivas y hace que todo madure y gane peso; distingue lo que merece perdurar de lo que no. Aunque, desde luego, a veces se producen injusticias. 

Pero también tiene que ver con mis intereses: antes me dejaba deslumbrar por materiales,  texturas, imágenes, poses, etc. Ahora como Billy Wilder (cuya receta para una buena película tenía tres ingredientes: un buen guión, un buen guión y un buen guión), pienso que la Arquitectura es espacio, espacio y espacio. Y ahí, estos que estudio son unos maestros. Y por eso permanecen.

Vista de San Pedro en Roma, Luois Kahn, 1928-29

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