Zurich deslumbra. Hace ya meses que la visité y encontré en ella todo lo bueno (mucho) y lo malo (poco) de un modelo de ciudad sostenible que simboliza particularmente bien la ciudad europea histórica.
Lo ejemplar, lo que se enuncia en declaraciones y manifiestos, lo que reflejan los estudios sobre sostenibilidad, todo está allí: una eficaz red de transporte, la mezcla de usos, la escala contenida, la vegetación por toda la ciudad, la casi ausencia del coche. Y, ligado a esta apariencia general, una arquitectura de enorme calidad ( ¿acaso puede existir una ciudad sostenible sin una arquitectura de calidad?). Allá donde mires, todo esta bien resuelto, sin alardes, con gusto por el detalle, la funcion, lo bello y lo sobrio y simple. Hay una especie de proporcion suiza cubica a la que se te acostumbra el ojo rápidamente. La arquitectura suiza muestra a veces economia de medios y siempre economia expresiva. Es sobria y seria, como el pais. Es elegante, por supuesto.
Lógicamente, como soporte de todo esto, una sociedad con una mentalidad cosmopolita pero sin los vicios de la globalización, y que, bajo una apariencia áspera y recia, esconde un sorprendente optimismo: la vida en los balcones, la vida abierta y sin esconder, sin barreras ni verjas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario