Venecia sin luz

Por la noche, la luz de Venecia es la justa. Es como si, en su aislamiento marítimo para defenderse de invasiones bárbaras, también se hubiera defendido contra la luz eléctrica, que parece haber llegado aquí solo para iluminar lo mínimo, para poder orientarse mínimamente por las calles. Pasear de noche por ellas es una experiencia extraña y sugestiva, de otro tiempo. Edificios y fachadas, incluso los monumentales, apagados por completo. Calles siniestras, tenebrosas, sugerentes, medievales, tan solitarias que no llega ni la luz. En España, con esa tendencia tan de modernidad mal entendida de sobreiluminarlo todo, perdemos imágenes únicas de nuestras ciudades y edificios, las igualamos todas para mal. Frente a esto, Venecia, aquejada desde luego de otros males, enseña que con la luz justa se consigue mejor eso que es tan difícil de encontrar y que solo tienen los buenos edificios o las buenas ciudades bien conservadas: atmósfera.

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