De todas las visitas a edificios idolatrados que he realizado, ninguna me ha impresionado tanto como la visita a la casa museo de John Soane, en Lincoln’s Inn Fields, Londres. La casa constituye un monumento a la Arquitectura y a la figura del arquitecto, de cualquier arquitecto, o de un arquitecto que podemos pensar como idealizado pero que el mismo Soane encarnó. Es un proyecto total, donde se une lo espacial (con tanta riqueza…), lo artístico, lo escenográfico, la actitud curiosa, la acumulación y el coleccionismo de referencias, un modo de mirar la realidad; un ejemplo, quizás inalcanzable hoy en día, de cuál debe ser la actitud en una profesión con unas perspectivas tan preocupantes. Soane entendió como nadie la relación de la Arquitectura con la Historia, con el paso del tiempo como valor, con la posibilidad de que lo que hacemos esté inserto en una línea temporal donde tan importante es el presente como lo que hicieron antes de nosotros y lo que harán después; sus espacios están cargados de contenido y de significación, de valores propios y diferenciales, y revelan una actitud ante el proyecto comprometida y, sobre todo, creativa, carente de prejuicios. Una figura a revisar, con envidia y nostalgia de lo que “ser arquitecto” era y ya no volverá a ser.
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