Hace tiempo que vengo tratando de recuperar tiempo perdido y visitar todos los clásicos que desconozco en todas las artes, especialmente en la Música, la Literatura y el Cine. ¿Para qué probar con lo desconocido si hay tanto bueno, sancionado ya por la Historia, por descubrir? Esa sensación de que tengo que aprovechar el tiempo y conocer a los clásicos imprescindibles a los que aún no he abordado me intranquiliza y me frustra.
Hace unos días y, sin percatarme de que ahora se cumplen 50 años de su estreno, me dispuse a ver por primera vez "La Dolce Vita", de Fecerico Fellini.
La película carece de una estructura narrativa convencional y ofrece una sucesión de jornadas diurnas y, sobre todo, nocturnas alrededor de la Vía Veneto romana y del personaje de un periodista de crónica social cuya verdadera vocación es la de escritor. Alrededor de él van girando personajes de la vida romana que terminan por componer una curiosa crónica de la vida desenfrenada social en la Roma de aquellos días. Son personajes, la mayoría de ellos, perdidos, sin rumbo aparente y con graves problemas de comunicación, uno de los temas centrales de la cinta.
A pesar de estar maravillosamente escrita, rodada e interpretada y de ser técnicamente impecable, lo que más me atrajo de ella es su capacidad para desconcertar, para sorprender permanentemente al espectador, para tenerlo todo el tiempo preguntándose por lo que está pasando. Me pareció muy valiosa esta capacidad de desconcertar y desasosegar, presente en otras artes hoy en día pero casi ausente en el cine, salvo casos contados, de establecer una conexión de preguntas y respuestas con el espectador y de no darle ni un segundo de tregua.
Disfruté como si viera cine por primera vez.
2 comentarios:
Me ocurre igual, en la música realmente, jamás he dejado de oir a los grupos que ya tiene más de veinte años, en literatura quizás sea más innovadora pero por Muñoz Molina, Auster y Murakami que me apasionan. Ahora me encuentro en plena fase de redescubrimiento de películones, como me ha ocurrido con "Dulce pájaro de juventud" y la maravillosa interpretación de Geraldine Page.
Pensaba escribir sobre ello en el blog. Atento.
Muñoz Molina, Auster y Murakami. Comparto plenamente la pasión por esa triada, no diría yo de innovadores sino de clásicos contemporáneos.
Los clásicos siempre son una fuente donde aprender,han dado luz a tantas generaciones que emociona sentirse partícipe de ese hilo invisible...
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