La Biblioteca de Hans Scharoun: lamentablemente no puede hacer fotos del interior, pero es de los edificios que más me han emocinado en mi vida. Arquitectura en estado puro, sin aditivos.
Schinkel: uno de los descubrimientos del viaje; nunca me lo había estudiado con atención, mea culpa.
El Museo Judío de Libeskind: muy lejos de la arquitectura que más me interesa pero con un componente narrativo en su diseño que me sorprendió.
El Memorial del Holocausto, de Eisenman. Un espacio alucinante, casi sagrado, misterioso y evocador. Me imagino que no soy el único que se ha dado cuenta, pero, ¿la idea de este monumento no es la misma que la del jardín del Museo Judío?
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